La anatomía olvidada

Raja, pucha, pepa, cochito, conchita, colita, culito, cosita, almejita, papaya, bizcocho, chango, peluda, oso, cucaracha, cuca, toto, pirish… en fin, existen muchas y muy creativas formas en que se han nombrado los órganos sexuales de las mujeres, principalmente los órganos sexuales pélvicos externos (OSPE´s). Con este argot coloquial es evidente la dificultad de nombrar lo sexual que, por inocuo que parezca, vuelca a la sexualidad en el terreno de lo que no se puede nombrar o que, incluso, no se sabe nombrar.

La sexualidad de las mujeres ha permanecido históricamente como tabú, pecado o enfermedad: baste recordar a la “Histeria”, padecimiento atribuido a las mujeres en épocas antiguas en la cultura egipcia y publicitada en el siglo XIX como una patologización de su malestar pues, prácticamente, cualquier dolencia o queja podía relacionarse a su condición de mujer, a la presencia de útero (la raíz etimológica de la palabra “Histeria” es útero).

Si bien eran atribuidas las cefaleas, la irritabilidad, la falta de apetito, pesadez abdominal, etc. con la insatisfacción sexual, en aquellos tiempos como en los muy recientes, no era mirado el elemento erótico de la sexualidad y su satisfacción como una necesidad y, en el mejor de los casos, los órganos sexuales pélvicos femeninos eran relacionados únicamente con la función reproductiva.

Es así como las estructuras y órganos ligados al placer de las mujeres hacen su aparición en los manuales anatómicos en recientes décadas y su función es elemento de estudio en nuestros días. Por mencionar un caso, la reaparición y validación de la importancia del clítoris ocurre en 1998, cuando Helen O'Connell se da cuenta de que tras una operación de próstata en los hombres, los cirujanos prestan especial atención a preservar el nervio erector. Por el contrario, no se toman precauciones de este tipo cuando se intervienen los órganos sexuales de las mujeres. Helen se sorprende al descubrir que el sistema nervioso de los órganos sexuales femeninos no estaba recogido en ningún libro de anatomía, mientras los masculinos, sí. Así decide redibujar la anatomía del clítoris haciendo uso de imágenes de resonancia magnética (Mascal, 2006).

El Clítoris es el único órgano cuya única función es brindar placer. Es una estructura compleja en forma de “Y” invertida: la mayor parte de éste se encuentra de manera interna abrazando con sus dos raíces a las paredes vaginales y al meato urinario. La siguiente porción es llamada tallo y culmina en la parte más externa o evidente llamada glande que está protegida por el Capuchón. Tiene una red nerviosa muy sensible (con alrededor de 8 mil terminaciones nerviosas (O´Connell en The Clitoris: Forbidden Pleasure, 2003)) y es el foco principal de la estimulación sexual. Los dos apéndices que abrazan el introito (cuerpos cavernosos)  y dos bulbos vestibulares, uno por lado, se congestionan de sangre durante la excitación.

Por otro lado, el controversial Punto G (Glándulas de Skene o próstata femenina), nombrado así en honor al alemán Ernst Gräfenberg, fue descubierto en los años 50 por casualidad, mientras estudiaba la uretra femenina, aunque sus investigaciones estaban dedicadas a la estimulación uretral y no a la estimulación de la pared vaginal interna (Komisaruk B., Whipple B., Nasserzadech S. y Beyer-Flores C., 2011).  Esta zona (o punto) se encuentra entre la pared de la uretra y la pared de la vagina. La evidencia indica que secreta un líquido similar al fluido prostático masculino, al que se le ha nombrado eyaculación femenina. En los reportes subjetivos de mujeres que lo han estimulado, se menciona su enorme valor para la intensificación del orgasmo.

Entre la casualidad y la construcción patriarcal de la ciencia, se pone de relieve la necesidad de que las mujeres nos hagamos cada vez más dueñas de nosotras mismas, dejemos de esperar el descubrimiento o la validación de nuevos espacios de placer en nuestras propias cuerpas y desarraiguemos mitos sobre dónde y cómo “debemos/podemos” sentir. Hagamos una lucha personal la búsqueda y el reencuentro con nuestro placer.

Referencias Bibliográficas:

Komisaruk B., Whipple B., Nasserzadech S. y Beyer-Flores C. (2011). Orgasmo. Todo lo

que siempre quiso saber y nunca se atrevió a preguntar. España: Paidós.

Mascal, S. (2006). Hora de pensar el clítoris. BBCmundo.com. Recuperado el 30 de

noviembre de 2016 de: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_5078000/5078130.stm

The Clitoris: Forbidden Pleasure. (2003). Dirigido por Stephen Firmin y Variety

Moszynski. Rescatado el 29 de noviembre de 2016, de: https://www.youtube.com/watch?v=8I_hITyjZug

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SOBRE EL AUTOR:

¡¡LIBRE!!

Yo provengo de gente libre, migrante, libertaria, solidaria, amorosa, generosa, creativa, de manos gruesas, de pasos ligeros.

De gente que salió de sus espacios para buscarse la vida, de gente que piensa que "un vaso de agua no se le niega a nadie".

Soy bisnieta de un mixteco, bisnieta y nieta de mujeres costeñas plenas de negritud: bisnieta y nieta de mujeres de la huasteca hidalguense, mujeres de montaña que despejan la niebla con sus pasos, que beben sangre de maguey, que comen flores y alimentan (también el alma) con maíz, gente que se fundió en y con la tierra, que aun trabaja el campo (aun en la azotea) cuando en la ciudad se les terminó el monte, porque el olor a tierra mojada refresca el alma y el pensamiento.

Soy hija de un hombre migrante, oaxaqueño, al que llamaban "Negro" en su trabajo, que llegó al D. F. cuando aún la gente apuñalaba con sus palabras de desprecio; soy hermana de un hombre muy moreno (más que mi padre), al que los labios gruesos le afloran, de dientes grandes que no creían que fuera hijo de mi madre; hermana de otro hombre de nariz ancha, cuerpo de vaina y agilidad de pies y mente.  

Soy hija de una mujer defeña, optimista, sensible, solidaria, amable, amorosa, incluso ingenua: de una mujer de chamorros grandes porque caminar la vida se los ha dado: soy hija de una mujer fuerte de voluntad, de manos pequeñitas, trabajadoras, gruesas, de ojos vidriosos y transparentes, del color de la tierra y la hierba. De piel blanca, quemada por el sol y el tiempo. Una mujer con pecas.

Soy una mujer morena con pecas, de cabello rebelde, más bien voluntarioso, orgullosa de quienes me precedieron, de mi familia de colores, de sus enseñanzas, de creer que el limón corta la leche, que el atole y el pulque sirven "para dar leche", de saber que cuando te sacan una muela no debe darte el sereno, pensar que las enfermedades les entran a les bebés por los dedos, de pensar en envolver a las crías con reboso, de esperar la lluvia, de querer un huerto.

Soy negra, soy bruja, soy puta, soy loca, soy feminista… soy libre.

Ana Torres 

"El feminismo es una forma de vivir individualmente y luchar colectivamente": Simone de Beauvoir